Winston
luego de estar un buen rato sentado ahí en este café, se quedó mirando a la
nada y de repente le llegó un pensamiento que lo inquietó. En ese momento se
dio cuenta, que él no debía quedarse ahí haciendo todo lo que el Partido y el
Gran Hermano le imponían, sino que debía ir a buscar a Julia y hacerla entrar
en razón para recordar todos aquellos buenos momentos que habían tenido y así
poderlos revivir.
Con
movimientos lentos para que no fueran a despertar sospechas, se paró y dejó el
vaso de ginebra que tenía lleno junto al tablero de ajedrez que estaba en la
mesa. Salió de este lugar y caminó varias cuadras sin saber dónde buscar a
Julia, mientras iba observando que no lo siguieran. Winston por un momento
perdió el ánimo de buscarla, al pensar que ella estaría en cualquier lugar de
Londres, o quizá en otra parte de Oceanía, pero algo le decía que no debía
abandonar esta nueva aventura. En ese momento recordó que él anteriormente la
habías acompañado a una de las estaciones del metro donde la vio por última vez.
Recorrió un par de calles hasta llegar a aquella estación y sin pensarlo mucho
se subió al primer vagón que pasó, sin darse cuenta hacia que parte de la
ciudad se dirigía, pero sabía que era en la misma dirección en que ella se
había marchado.
A
pesar de lo que pasó, Winston tenía claro que, si lograba su objetivo de
encontrar a Julia y los espías del El Partido los volvían a encontrar juntos,
no solo los torturarían, sino que esta vez si los vaporizarían.
Al
bajarse del vagón del metro, se dirigió a la salida de la estación; se dio
cuenta que se encontraba en una parte desconocida y lejana de la ciudad, en la
que nunca había estado. Siguió caminando sin rumbo por un buen rato sin tener
certeza de que allí podría encontrar a Julia. Este barrio donde se encontraba
era muy distinto a lo que él había conocido toda su vida, puesto que no parecía
pertenecer a la misma ciudad de Londres, ya que este sitio tenía un aire diferente
y un poco tenebroso. Además, se sumaba que en este lugar había más
telepantallas de lo normal y policía del pensamiento vigilaba en casi todas las
esquinas.
Winston
en ese instante, supo que debía cuidarse más de lo que ya había hecho, no
pensar nada que lo pudiera implicar en un crimental o hacer un movimiento brusco
que despertara sospechas en las telepantallas o de algún agente de la policía
del pensamiento. Ya cansado entró a un café que se situaba en medio de una de
estas concurridas calles; ya sin muchas fuerzas ni esperanzas de poder
encontrar a Julia, se sentó y pidió algo de ginebra. Mientras tomaba lentamente
de su vaso, volteó a mirar a uno de sus costados y observó una mujer que se
hallaba en otra mesa, sola con un vaso de ginebra, un periódico y un tablero de
ajedrez. A pesar de esto siguió tomando sin prestarle importancia a esta mujer y
ni siquiera repararla. Después de unos segundos volvió a mirarla más
detenidamente y sumergido en sus recuerdos, se sorprendió al ver que era Julia.
Siguió observándola disimuladamente por un rato, hasta que ella se levantó y se
fue de este lugar. Winston la siguió de una manera ansiosa, pero discreta para
que ella no se diera cuenta y en su reacción originara alguna sospecha. Recorrió
tras ella varias calles, hasta cuando vio que entró en un callejón oscuro sin telepantallas,
creyó que era el momento y lugar oportuno que les ofrecía mayor seguridad para
su reencuentro, por lo que lo aprovechó y la abordó.
En
este lugar ya le podía hablar tranquilo, debido a que no había ninguna telepantalla
cerca. Cuando él la miraba y le hablaba; la notaba como perdida en su
pensamiento y que no era la misma Julia de antes. Después de un rato
recordándole todo lo que había pasado entre ellos y la trasformación que les
había obligado a tener El Partido, hizo que ella entrara en razón. Julia lo
abrazo y empezó a crear un plan para poderse seguir viendo a ratos en algún
otro lugar.
Luego
de un rato ahí pensando y dando ideas sobre cómo mantener lo de ellos en
secreto sin que El Partido se diera cuenta, los dos decidieron que lo mejor era
salir de Oceanía de alguna manera. Winston y Julia sabían que si los descubrían
en esto serian vaporizados, pero aceptaron este riesgo, ya que para ellos era
mejor ser vaporizados a vivir bajo las órdenes de El Partido y el Gran Hermano
Emmanuel Goldstein.
Salieron
y caminaron distante uno del otro, por varias calles y llegaron al puerto donde
encontraron una especie de embarcación pequeña, en la cual se subieron y encendieron
el viejo motor después varios intentos. Emprendieron su huida por el mar sin
que nadie se diera cuenta. Luego de una dura hora en mar abierto, ya estaban
más tranquilos, pese a que las olas eran más grandes y la pequeña embarcación
parecía quebrarse en varios pedazos, se sentían libres del Partido. Así que se
llenaron de ilusiones y se pusieron a hablar sobre donde iban a vivir y de qué
manera. En este instante escucharon ruidos de otras embarcaciones, por lo cual
Winston y Julia voltearon a mirar y se dieron cuenta que se encontraban
rodeados por miembros de El Partido, junto con Policía del pensamiento. En este
instante ellos se miraron del uno al otro y comprendieron que este sería su
final.
Unos
hombres con uniformes negros subieron a su embarcación y los obligaron a
abordar una de El Partido. Allí los golpearon y los amenazaron, les vendaron
los ojos y los llevaron a un sitio frio y solitario. Luego de varias horas les
quitaron las vendas y Winston observó a O’Brien de nuevo, que con gesto de
enojo se quedó mirándolos. Se encontraban en el mismo lugar donde habían sido
retenidos la vez pasada.
A
las pocas horas los trasladaron a otra habitación para torturarlos, ya no por
separado como antes, sino que esta vez los llevaron juntos al mismo tiempo. Winston
y Julia solo esperaban que los vaporizaran, se miraron entre ellos, se tomaron
de la mano y se sonrieron por última vez. Luego fueron torturados de las
maneras más dolorosas, para que se arrepintieran por haberse revelado al Gran
Hermano y a El Partido. Duraron pocos minutos debido a tantas y fuertes torturas; murieron rapidamente y por fin Winston junto con Julia fueron vaporizados.
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